EDUARD VERHAGEN ¿Por qué practico la eutanasia infantil?
El razonado,emotivo y polémico testimonio del doctor holandés que reconoce haber interrumpido la vida de cuatro pequeños. Sobre España no quiere opinar
El departamento de Eduard Verhagen, en el Hospital Universitario de Groningen, está alegremente decorado. La entrada está repleta de juguetes y objetos coloristas que penden del techo. Una niña camina con los ojos abiertos como platos en busca de un nuevo juguete. Al otro lado de la puerta está el despacho de Verhagen, un neonatólogo de 42 años que durante años se repitió la misma pregunta: ¿Por qué es posible acabar con el sufrimiento insoportable de un adulto pero no con el de un bebé? Si un niño puede sufrir tanto o más que un adulto cuando no existe esperanza posible de salvación, pensaba, ¿por qué no es posible aliviarle de ese dolor?
Hoy el doctor Verhagen es el principal promotor en Holanda de lo que todo el mundo llama eutanasia infantil y él siempre nombra como «terminación de la vida».
La clínica del doctor Verhagen, en la ciudad norteña de Groningen, es la única de toda Holanda autorizada a tomar la decisión final cuando el paciente es menor de 12 años. El pediatra y su equipo lograron firmar un protocolo con la justicia regional por el cual los médicos pueden llegar a tomar la decisión de interrumpir la vida de un niño en los casos en que, tanto ellos como los padres, estén de acuerdo en que es preferible la muerte del niño a una vida de eterno dolor. Hasta entonces, y desde una ley aprobada en los Países Bajos en abril de 2002, todo ciudadano holandés tenía derecho a la eutanasia. Pero sólo si era mayor de 12 años.
Verhagen, artífice de la modificación de 2003 (no se trata de una ley, sino de un acuerdo con la fiscalía de la región), cuenta a CRONICA la dolorosa experiencia que forzó a la plantilla médica de su hospital a derribar la barrera de los 12 años. El principio fue Peter.
Hace dos años, Peter nació con una grave enfermedad cutánea.Cada vez que algo le tocaba la piel, se le producía una ampolla, y cada vez que ésta reventaba, su cuerpo quedaba en carne viva.El llanto de dolor era continuo. El equipo médico sabía que el desarrollo normal del niño era imposible. La enfermedad no le permitirá aprender a gatear ni a caminar. Ni a sus padres abrazarle sin que se le quebrara la piel. Estaba condenado a vivir vendado.
«Intente imaginar la situación», explica Verhagen, que tiene tres hijos. «Los padres tenían que cambiar los vendajes cada día, lo que hacía que se le arrancara toda la piel. Al final, porque el llanto desgarrador del pequeño les partía el corazón y no podían soportarlo, tenían que irse de la casa tras cada muda. Éste es el tipo de vida que llevaría Peter durante el resto de sus días». Las expectativas más optimistas apenas le concedían tres años.
Sus padres, desbordados, terminaron planteando a los médicos si no sería mejor poner fin a su vida. La primera respuesta de los doctores estaba cantada: imposible. Legalmente, sabían, no se puede acabar con la vida de un bebé. Y personalmente, el dilema era extremo para cualquier doctor, con el añadido de un juicio futuro y una sentencia incierta. Basta que el primer médico diga no para que el siguiente sume a la ya difícil decisión el interrogante: ¿quién soy para aceptar hacerlo cuando mi colega lo ha rechazado?
«Nos sentamos a estudiar el caso con todos los expertos en este campo», explica Verhagen. «Coincidimos en que el niño no podía ser tratado con ningún procedimiento que produjera la más mínima mejoría. Lo aconsejable era detener el tratamiento, pero el niño seguiría con vida, y con un sufrimiento en aumento. Finalmente coincidimos en que la única forma de detener aquel dolor era con la muerte».
Tomada la decisión, el equipo de expertos se puso en contacto con un abogado. Comprendió el planteamiento pero fue más allá: ¿quién de ustedes estaría preparado para hacerlo? «Ninguno lo estaba», admite Verhagen. Este afable médico habla en tono compasivo y con aquella desesperación aún latente en la mirada. «Lo único que nos quedaba era explicar a los padres que no podíamos seguir adelante. Que necesitábamos más tiempo para encontrar otra solución.Poco después, Peter murió de una infección. Fue casi un milagro».
Los médicos holandeses estiman que cada año se dan entre 10 y 20 casos en los que la existencia de un niño está a merced del sufrimiento, y los médicos se ven abocados a acabar con su vida.Después vendrá el papeleo: el médico, en el certificado de defunción, debe aclarar si el paciente murió por causa natural. Acabar con la vida de una persona no es una causa natural, evidentemente, por lo que queda en manos del fiscal decidir si procesa al médico.
En dos casos ocurridos a mitad de los años 90, el departamento de Justicia decidió procesar al médico que acabó con la vida de un pequeño a petición de sus padres. Los juicios llevaron dos años y aunque en ninguno de los dos casos parecía que se les fuera a infligir castigo alguno a los galenos, fueron acusados de asesinato. [Los jueces, aun reconociendo que la acusación tenía un fundamento, fallaron que el médico cumplió todos los requisitos de la profesión para hacer lo que hizo del modo más correcto].
A raíz de la aprobación hoy en el parlamento belga de la eutanasia infantil sin límite de edad,Bélgica se convierte en el primer país del mundo que aprueba una legislación con estas características.Hasta ahora,era Holanda el único país que lo contemplaba y el requisito de edad para decidir estaba entre los 12 y los 18 años.Los belgas dan un paso más y establecen la madurez del niño,dentro de otros requisitos,lo que determinará el poder de decisión acerca de si quiere o no continuar con su vida.
El debate está servido,no sería capaz de decantarme si a favor o en contra....y creo que nadie hasta enfrentarse a una situación límite como esta lo sea.Decidir sobre la vida o la muerte de tu propio hijo es algo que a cualquier padre pone los pelos de punta,seguir con un sufrimiento que no lleva a nada cuando no hay expectativas de vida es una decisión difícil pero que tu propio hijo sea quien elija si quiere seguir o no viviendo es todavía peor......hoy he oído decir a alguien que opinaba sobre el tema que lo único que importa es si esos padres van a poder seguir viviendo con la decisión que tomen sea cual sea...............nadie debe ni tiene que juzgar decisiones tan intimas y personales como esa